Título: HOMBRE SOLO
Autor: MINGOTE
Editorial: PLANETA
Páginas: 200
PVP: 23,50 €
Es un libro bárbaro, portentoso, excelente, el Hombre solo del que les hablo, un compendio de poesía en imágenes, una sorpresa continua que carece (casi) de palabras y lo deja a uno (del todo) boquiabierto. No exagera quien lo sitúa entre las cúspides del humor gráfico español, y hasta del humor a secas; contiene su propio universo, bello y consistente. Y por si a alguien le sirve la comparación, añadiré que lo de Mingote tiene más de Saul Steinberg que de Harvey Kurtzman, de modo que hay en sus páginas una cualidad intemporal y una engañosa y delectable sencillez.
Reseño un volumen de Planeta, que es el que se encuentra en librerías, pero verán, ese yo no lo tengo, ni lo he leído. Sí tengo y he leído la preciosa edición de Hombre solo, en buen papel y bien impresa, que publicó Galaxia Gutenberg en 1998. Digo que lo tengo y he leído, aunque debería decir que lo atesoro y lo releo, que no es enteramente lo mismo. Tal vez ustedes ya lo conozcan, y si no han de saber que se trata de una suerte de obra en marcha, la compilación de tres libros en uno: Hombre solo (1970), Hombre atónito (1976) y Hombre perplejo, inconcluso e inédito este último durante décadas. En palabras de Mingote: “Los tres libros que he hecho sobre el mismo tema son, pues, el mismo libro (parece que todos hacemos a lo largo de la vida una sola cosa con diversos y no muy diferentes matices), por lo que he decido fundirlos (…) con el título del primero”.
De modo que en Hombre solo se dan cita los tres libros antes dichos; también se aúnan aquí las distintas facetas del mejor Mingote: el dibujante, el escritor y el periodista están presentes en este “libro de dibujos de un hombre solamente, un hombre en soledad. Por lo que igual puede decirse solo que sólo. (…) Este de la soledad del hombre es, ya se ve, un tema que me atrae y me intriga. La soledad es, unas veces, un privilegio que no logramos alcanzar; otras, una pesadumbre de la que quisiéramos, con poco éxito, librarnos. Pero siempre, una circunstancia que el hombre sobrelleva, corrientemente, en radical torpeza”.
Termino también con una cita –y aprovecho para aclarar que las he extraído todas del proemio de mi ejemplar de Hombre solo, titulado sencillamente “Explicación”–: “(de) entre mis ampulosamente llamadas obras, (Hombre solo) es la favorita. Lo que no significa que sea la mejor. Pero quién sabe de eso. De cualquier modo estos son los dibujos por los que, si alguien tiene la ocurrencia de ocuparse de ellos, prefiero ser juzgado. No es mucho, pero menos da una piedra”. Amén.